M0NITORES:

FRANCISCO NOGUERO

ALEJANDRO GONZÁLEZ
JOSÉ LUÍS NOGUERO

COCHE DE APOYO:

JUANI DELICADO

PARTICIPANTES:

VÍCTOR MANUEL VILLAPLANA

LOLA PEINADO
ÁNGEL PIÑA
JESÚS ORTEGA
JORGE MARTÍNEZ
AMPARO VALLS
JUAN ÚBEDA
ERVIGIO CANTÓ
JUAN PABLO PÉREZ
VISI MARÍN
PASCUAL VALLS
ANTONIO ORTEGA
JESÚS MOYA
PEDRO CÓRCOLES
TERESA SEGURA
JORGE BLÁZQUEZ
PEDRO-MANUEL JUAN
ENCARNA VALERO
JULIÁN ROMERO
FERNANDO LÓPEZ
ATILANO OLIVER
JOSÉ MANUEL JIMÉNEZ

ANTONIO RUBIO

Salida de Albacete en autobús desde la Plaza de Gabriel Lodares con destino a Nerpio. Casi todos los participantes llegaron puntuales a la partida excepto dos personas de un pueblo llamado Simarro´s House; como ese pueblo no está en el mapa a saber de donde vendrían tan alegres.

El viaje transcurrió normal con la típica charla en el autobús y las presentaciones del personal de a bordo. Llegada a Nerpio y ubicación en las escuelas para pernoctar por la noche; de los 27 sólo una persona fue a dormir en cama en la pensión Los Nogales: para evitar no dormir la primera noche en el suelo decía. Y es que el espíritu de la Marcha no se debe perder: hay que ir con todos los apeschusques a cuestas y dormir en el suelo (siempre que el cuerpo lo aguante), y nada de llevar el peso en el coche de apoyo. Así se saborea la montaña de verdad con todo el esfuerzo que eso conlleva, y también crea compañerismo entre la gente al animarse entre ellos para superar las adversidades del camino.

Antes de la cena en la pensión Los Nogales se proyectaron las fotos de presentación de la ruta del primer día. Después de la correspondiente comilona, y como la gente estaba fresca de ánimos y descansada algunos se fueron a bajar la cena como mejor pudieron. En no sé qué bar se oyó en medio de la noche el famoso grito de Jesús: "CHUPITOS PA TOS". Esa fue su perdición, el pobre no levantó cabeza en dos o tres días. A Alejandro se le vio aletear a última hora en busca de su chaqueta no explicándose lo ocurrido, aunque al final aterrizó de su vuelo y la encontró en lontananza del guardarropa

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Foto de rigor en la fuente de la cabra hispánica y bautizo de los novatos por parte de Lola; Jorge Blázquez dio un respingo al notar el agua tan fría a esas horas de la mañana y a Pedro hubo que llevarlo a rastras como a los nenetes. A Fernando con el bautizo se le cambió el nombre, ya que cuando le llamaban José respondía igual, no sé si por educación o por querer emular al monitor del mismo nombre. Algunos se quejaban de que Pedro Andrés estaba muy cerca por carretera y que por qué teníamos que dar tantas vueltas para llegar; luego se arrepintieron al ver la ruta que hicimos acompañada por algo de nieve.

En el arroyo Blanco estuvimos buscando la cueva de las Yeguas, y Pere, evocando su época de espeleólogo, se introdujo por una abertura para ver si se podía acceder a la gruta. Desistió y salió atestado de barro.

A partir de aquí abandonamos la nieve y acudió la lluvia, y si no estábamos contentos con mojarnos por arriba a Pedro no se le ocurrió otra cosa que pegarse un resbalón y caer en una poza del arroyo y mojarse hasta la entrepierna. Una de tantas que le ocurrirían durante la Marcha.

Después de la cena en el hostal restaurante Taibilla vino a deleitarnos la velada la Cuadrilla de Huebras con sus canciones folclóricas; y dijo Alejandro que "si fueran los Rolling a la cuarta canción habrían hecho descanso, y estos llevan hora y media y siguen".

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Empezó el día mirando el personal al cielo, y el que miraba se mojaba la cara. Nada más salir tuvimos que hacer algo de barranquismo para sortear la entrada al barranco del arroyo de la umbría del Saz. Almorzamos en un abrigo de piedra que hacía la vez de tinada de ganado; justo un momento antes, y después de ver un enebro enorme, Juan se resbaló en una pendiente muy empinada y poblada de hierba mojada. A partir de este momento fue renqueando valientemente hasta el final de la etapa con su rodilla lastimada.

Antes de llegar a Los Morenos encontramos unos cuantos fósiles de la época de antes de María Castaña, y un poco más adelante comimos en la Era de la Losa; de aquí hasta los cortijos de Riverte hubo desbandada por el camino ya que los entendidos en micología encontraron un filón de setas de cardo principalmente.

La bajada por la senda de Riverte al valle del río Zumeta fue espectacular por las vistas al valle y a la sierra de Cazorla. Hubo un grupo que se lo tomó con calma y se dedicó a contemplar panorámicas desde distintos puntos del camino.

Por la tarde, y una vez que estuvimos ubicados en Venta Ticiano, la gente se dedicó a pasarlo lo mejor que podía o le dejaban; a Pedro se le ocurrió comprar unas pilas en el quiosco y por lo visto le salieron a precio de "pilas recargables". Tuvo que ser un malentendido pero lo que entendió claramente son las risas del personal durante el resto de la Marcha.

Después de la cena se acostumbra a hacer una queimada de aguardiente; el anterior "queimador" era Santi, y ya el año pasado le pasó el testigo a Amparo.
Y ella, muy aguda, se dedicó todas las noches a coordinar la manera de hacer la queimada, es decir, elegía a algún voluntario de entre la plebe y le pasaba los aperos y que la hiciera él o ella como pudiera.

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Sufrimos dos abandonos por motivos físicos; desayunan con nosotros y después se despiden con ganas de que la próxima vez tengan más suerte.

El comienzo de la etapa fue de lo más idílico que se pueda pedir: por sendas escarpadas, entre grandes árboles y grandes paredones como los Macalones, la Molata de los Almendros y el valle del río Zumeta. Bordeando al principio el río Zumeta y más adelante el Segura pasamos por Góntar, donde almorzamos en Casa Pedro para poder afrontar la dura subida a la sierra de Góntar. Durante el transcurso de las diferentes etapas siempre hay chascarrillos entre los participantes, y uno de ellos era que Jorge (de Simarro´s House) cuando era joven estuvo en el "Diario de Patricia" para buscar novia. Verdad o no, ahí queda.

Después de un pequeño remojón al subir a los canteros del Puntal de Rodas, hicimos un alto en el collado de Rodas para ascender al vértice del Puntal.

Fuimos un nutrido grupo para deleitarnos con unas vistas espectaculares del recodo que hace el río Segura a su paso por La Donar; después de las fotos de rigor nos encaminamos con el descenso de la famosa "Senda de Alejandro" apenas perceptible. En sus mapas sí que venía perfilada con sus conocidos rotuladores de trazo ancho, pero en la realidad allí cada uno tomó las de Villadiego para abajo como mejor pudo; y si no que se lo digan a Ervi, que se convirtió en monitor de bajada de un pequeño grupo que no querían adelantarlo por no sé qué motivo de trazar una nueva senda por donde pisaba.

Tras la amena bajada a Los Chorreones tomamos el descenso hasta el camping río Segura de La Donar en el cual nos esperaba una nutritiva cena a base de caldo reparador, potaje bochero y cordero en salsa.

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Por fin cambia el tiempo, ya amanece despejado y la temperatura es más agradable para caminar. La gente sale con otro ánimo para entablar esta nueva etapa montañera.

- ¿Qué haces? ¿ná?
- Pos eso... ná. Y tú ¿qué haces? ¿ná?
- Pos ná.

¡Y ASÍ SIEMPRE!

Al poco de empezar se nos presenta la primera dificultad: vadear el Arroyo Madera. Unos lo cruzan sorteando las piedras, otros por dentro del agua con mucho cuidado y parsimonia, y otros parece como si quisieran imitar al lagarto ese que corre por encima del agua a grandes zancadas. ¡Qué estampa!

Ascendemos por una bonita senda paralela al Arroyo Madera, y a la altura del Cortijo del Saltador nos acercamos a una preciosa cárcava que forma el arroyo justo antes de llegar al Cortijo de Arroyo Madera.

En Arguellite paramos a almorzar en el Hostal Rural Calar de la Sima, donde Ismael y Lourdes siempre nos atienden con mucha amabilidad y simpatía.

La subida a Los Prados la efectuamos por el barranco que forma el Arroyo del Asperón; y en esta bella aldea hacemos un alto en su fuente para poder descansar de cara al sol que nos va acompañando durante toda la mañana. En una de las primeras casas de la aldea nos enseñan como se elabora el aguardiente en un alambique, e incluso nos lo dan a probar para que comprobáramos la calidad del producto.

En la peña de la Cabeza estuvimos observando todo el Hueco de Tús, y justo en este punto cogimos la senda que baja a La Moheda; en esta pequeña aldea comimos acompañado por Francisquillo, un lugareño de este enclave. Al poco de empezar a andar se oye entre el grupo:
- Mira Antonio, dos caballos y un pony.
- No es un pony, es un caballo "hincao".

Cuando pasamos por el puente del río Tús, los más "cansados" se fueron derechos al camping río Tús, y los demás fueron hasta Collado Tornero a asomarse a su mirador para ver el arroyo de los Marines.

Una vez llegados al final de la etapa hubo un diálogo tipo "Amanece que no es poco" entre Pascual y Pedro: uno decía que qué hacía con los diez euros, que si se los gastaba en una cama del albergue del camping o en cervezas. Al rato aparecían en una mesa Pascual, Pedro y susodicha cantidad en cervezas vacías. Y casi sin quitarse la mochila de la espalda.

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El personal estaba con ganas de afrontar esta bonita y espectacular etapa, e incluso algunos salieron "escopetaos" sin monitores. Y como hay tantos cruces por esta zona, tarde o temprano hay que parar, porque todos los caminos llevan a Alcaraz, pero cada año cambiamos el trazado para intentar conocer nuevos senderos y que la gente no se confíe y se "extravíe" por su propia cuenta.

Paramos en La Tobica a tomar un refrigerio y comenzamos a ascender por las diferentes sendas que nos conducen a la Nava que hay al lado del Poyo de Cotillas; por esta lenta subida ya se oye a Jesús con su verborrea (que lejos le queda la primera noche tormentosa que le obligó a estar bajo mínimos durante dos o tres días) hablando de historias de camioneros. Decían algunos: ¡Joder Jesús, que cansino te pones!, y él erre que erre con sus camiones.

Hicimos una parada con vistas al Hueco de Tús en Los Escalones, ya en lo que es el Calar del Mundo propiamente dicho. Por el Barranco de los Pinos vimos un par de simas y ya alguno fue a comentar, no sé a cuento de qué, que "en tiempos de guerra cualquier agujero es trinchera".

Ya a Pedro se le oía cantar de vez en cuando a lo Bisbal y dando saltos como el cantante.... ¡con la mochila a cuestas!

Paso tranquilo por la Cañada de los Mojones con los toros a buen recaudo y bajada al Puerto del Arenal con el Cambrón y el Padroncillo vigilando nuestros pasos. Atravesamos el campamento de San Juan y por la Fuente del Olmo nos fuimos acercando a La Pumarica. Un poquito antes nos cruzamos con el grupo de la Paralela, que iba camino del Laminador.

En el refugio del CEA saboreamos un estupendo arroz caldoso que nos hizo Ana y después un poco de sobremesa en la que nos instruimos bastante de las diferentes formas de ver la vida según en qué pueblo resida cada uno. En un pueblo de la Mancha de cuyo nombre no sé si acordarme hay un dicho que dice: ¡Vaya un SÚTILA que estás hecho! Ni que decir tiene que la acepción da para muchos significados de todo tipo.

Bien entrada la noche ya cada uno fue cogiendo escaleras para arriba a descansar porque la etapa del día siguiente era larga y dura, aunque alguno se empeñara en decir que ¡La etapa de mañana corta y llana!

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Tras el correspondiente y abundante desayuno nos despedimos de Juani (coche de apoyo de la organización) y nos dirigimos hacia la Almenara, punto más alto de la etapa de hoy. Al principio nos acompaña la niebla y al llegar al cortijo de la Toba la dejamos debajo de nosotros. En el collado que hay antes de llegar al cortijo de Miguel Serrano paramos a almorzar con unas vistas inolvidables por encima de la niebla blanca y algodonosa que solo dejaba ver el Padroncillo, la Sarga-Padrón y algún que otro pico por encima de los 1400 metros.

En este preciso lugar Ervi dijo que ya se podía anular su queja de la Marcha: por fin se comía un bocadillo de salchichas y encima con las mejores vistas. Al terminar de almorzar nos ponemos a andar y de pronto se ve a Fernando zarzanear por los matorrales buscando a una AVISPARDA; Jesús Ortega (el bueno) estaba intentando decir algo creíble y localizar el sitio exacto, Jorge preguntaba, Antonio Ortega estaba en el ajo, Alejandro era testigo pasivo del suceso y algunos más se apartaban para dejar sitio para buscar el nido de avisparda. Al final aparece el nido en el suelo repleto de huevos blanquísimos. A Alejandro, mucho después le reprocharon algo de un rotulador negro, a Jesús Ortega un poco más de coordinación con los actores y los puntos de localización exactos. Total: ¡QUÉ DESASTRE DE ACTUACIÓN! El productor por un lado, el guionista por otro, el del casting, los actores de reparto, los exteriores, los extras, el material inventariable, la potencial víctima, los seguratas para que no pasara el público al rodaje, etc. La actuación salió de esa manera tan esperpéntica.

La ascensión a la fuente del Pino de los Muchachos fue de lo más peculiar y una vez llegados allí fuimos a visitar el Portillo de Manolo, una pequeña brecha que forma el Cordel de la Almenara y donde hay una placa homenaje a Manolo Villalba, antiguo compañero del CEA y más adelante fundador junto con Vicente Ríos de Torca Majuelo. Pedro-Manuel fue valiente y se encaminó él solo hasta el pico de la Almenara mientras los demás estábamos en el portillo.

Ya en larga bajada pasamos por el Contadero y la Piedra del Grito hasta coger el camino que nos llevaría al Puerto de los Collados. Lola, que iba un pelín apretada de pies, se quitó las botas y se puso zapatillas para poder llegar más descansada a Vianos. Pero el terreno que rodea Vianos es muy rocoso y al final tuvo que enmendar su decisión y volver a las botas para llegar en condiciones normales al final de etapa.

En este bonito pueblo cenamos en Casa Ángel una buena olla de guisado y a continuación la mayoría fue a digerir la cena en el Fashion Pub, que por cierto se puso José Manuel de ayudante de camarero. Lo sucedido en el local nocturno no es digno de mención en términos senderistas. Esa es otra historia.

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-¡BOCA SECA! ¡BOCA SECA!
-TENGO LA LENGUA COMO UN GATETE.
Y así toda la mañana.

La salida de Vianos comienza suave por los Llanos del mismo nombre por el camino de las Grajas. Llegamos a unos cortados que nos ofrecen la vista del valle del río del Escorial y en la cual tomamos una senda que nos baja a la presa de los Batanes. El último tramo de bajada lo hacemos quitándonos las mochilas para facilitar el paso, y en una de tantas Pedro se escurre en el barro y empieza a mover las piernas como en los dibujos animados; por más que las movía no cambiaba de lugar hasta abrazar al mundo... ¡como siempre!

Desde el comienzo de la etapa nos acompañó un perrete hasta poco más allá de la presa, guiándonos para no perdernos. Pasamos por la Central eléctrica de los Batanes y más adelante nos encaminamos hasta el Santo de Alcaraz. Tras unas bellas vistas del pueblo entramos a Alcaraz por la calle Mayor hasta la

Plaza. En las escaleras del Arco de la Zapatería nos hicimos las fotos del final de esta XXVIII MARCHA NERPIO-ALCARAZ, y después de las felicitaciones de todos por haber concluido esta ruta tomamos unas cervezas en el bar Comedias y finalizamos con la comida en el hostal Alfonso VIII.

Una vez más hemos celebrado otra Marcha Nerpio-Alcaraz, y ya van 28, y desde el Centro Excursionista de Albacete queremos dar la enhorabuena a los participantes y agradecer la colaboración prestada a la Diputación Provincial de Albacete, Ayuntamientos, pedanías y establecimientos hosteleros de la sierra.

Por lo tanto, hasta el año que viene y....
¡VIVA LA XXIX MARCHA!

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